<$BlogRSDURL$>

lunes, febrero 14, 2005

Domingo 


Fui al cmeneterio de Flores. Y bueno, muchas cosas:
- A esos casilleros de unas inmensas y sobrecogedoras matrices los llaman "nichos". Y yo no pude dejar de pensar "cuchas".
- Visité el nicho de Silvia. Ella quería ser cremada, siempre lo había dicho. Ella era atea y reacia a lo religioso. Pero el tema del accidente y el juicio y el mundo lento y de papel fue demorando la cosa. La metieron en un nicho y ya no creo que la cremen. Sus familiares no quieren. El nicho les sirve para pegar sus estampitas, sus cartas, sus crucifijos. Los nichos, las tumbas, no son para los muertos. Las necesitamos los que nos quedamos con dolores que no cierran. Las necesitamos los que buscamos soluciones terrenales a problemas existenciales. Los cementerios son para los vivos.
- Nunca había visitado un cementerio así. Algo entre industrial y depresivo, un paisaje nuevo y desconsolante donde la gente busca su consuelo. Un ambiente de muerte, vida y burocracia. Eso, la burocracia gobernándolo todo. Por los pasillos circulan los solitarios y los inspectores. Ojos llorosos, nenes jugando. Nichos alineados uno al lado del otro, una hilera sobre la otra, una pared y otra pared y otra más.
- Y las prohibiciones. La idea siempre es prohibir. Las prohibiciones aparecen en carteles con reglas congeladas. Sobre los frentes de los nichos permiten sólo tres cosas: datos del fallecido, crucifijo y una tercera que ya no recuerdo. Lo bueno es que, en este caso, el ritmo de la burocracia juega a favor y nadie cumple nada: los nichos son una muestra de estampitas en todas sus versiones, escudos de fútbol, fotos desgastadas, cartas borroneadas con lágrimas o con años, plaquetas solemnes.
- Hay nichos que quedan allá arriba, donde no se llega ni en puntitas de pié, donde guardaríamos los pulóveres en verano. Como si fueran muertos que pueden esperar un poco más. Y hay escaleras móviles a disposición. Y, claro, hay más reglas: "sea breve en el uso de escaleras".
- En el nicho de Silvia supe que su segundo nombre era Graciela. Y no creo que a Silvia esto le importara tampoco demasiado. Tampoco el crucifijo, tampoco las estampitas. El nicho de Silvia es todo lo que Silvia nunca quiso. Y cuando nos fuimos mi vieja me contó de los gustos de Silvia: limpiar, leer y estudiar. En ese orden.
- Y supe, volví a confirmar, que yo no lloro cuando visito mis muertos ni me los imagino enterados de mi visita. Ni me los imagino. Veo que la mayoría sí. Y eso lo envidio.

|

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Weblog Commenting and Trackback by HaloScan.com
imagen
 Bitacoras.com